La materialización de este libro es consecuencia de un proceso creativo que inició en el mes de mayo de 2015. Las imágenes que lo componen fueron tomadas dentro del observatorio de concreto en Casa Wabi, en la costa de Oaxaca, donde viví 28 días como parte de una residencia artística.
El día que llegué, un fenómeno natural llamado mar de fondo, nos sorprendió mostrándonos el poder absoluto e indomable del agua: la marea cubría la alberca y el suelo vibraba con cada ola. Esa misma noche había luna llena, alguien se cayó de un caballo y dos amantes se separaron.
Durante mi estancia recorrí, repasé, fotografié el observatorio, fascinada por su composición y estructura. Severo, el concreto me llevó a buscar alguna forma de moldearlo por medio de imágenes. Las curvaturas de la luz y los cortes producidos por el espacio me hicieron pensar, de manera inevitable, en el movimiento del mar. Las imágenes, conectadas una tras otra, crearon un horizonte que se relaciona, a su vez, con las fases lunares. Marcando el calendario, me di cuenta de que el día de mi partida coincidiría, justamente, con la luna llena.
Al volver a casa, decidí concretar mi reflexión estética en una pieza que se conforma de 13 libros: uno por cada uno de los ciclos lunares que suceden durante un año. Cada libro es un ciclo compuesto por 28 fotografías, y cada fotografía mide 24 centímetros en consonancia con las 24 horas del día terrestre, creando así un lunario.
La suma de las 364 fotografías es un homenaje a la intuición, a la feminidad, a la fertilidad, al agua que nos compone, cualidades que se vinculan ineludiblemente a nuestra intimidad con la luna. Honran, también, a la luz que se refleja y se transmuta en la única faz que vemos de la Diosa Blanca, así como a la fuerza y las enseñanzas de cada una de sus fases y ciclos.
Estoy inmensamente agradecido a Casa Wabi por la invitación a pasar estas 28 noches en un espacio como ningún otro, tan hermoso e inspirador. Gracias por darme el tiempo de estar quieto para crear movimiento.
El proceso creativo tardó aproximadamente un año en completarse y no hubiera sido posible sin el apoyo de Casa Wabi. Gracias a Bosco Sodi y Tadao Ando por crear este maravilloso espacio. Gracias a Patricia Martín. Gracias desde el fondo de mi corazón a Cristina Nava y Alberto Ríos de la Rosa. Gracias a Judith, Lalo, Lucero, Lalito, Doña Irma, Genaro, Iván, Galia, James, Katia, Huna, Gaby y Yeni, Rebeca y Sean. Gracias a Brett W. Schultz y a Yautepec por su apoyo incondicional. Gracias a Imagen Virtual, Xavier Gaona, Alana Burns, Ernesto Miranda, Leila Tschopp, Laia Rius y Teresa Carter por sus invaluables consejos y su increíble trabajo. Gracias a mi maravillosa familia y amigos. Finalmente, gracias a Priscilla Vanneuville: no podría haberlo hecho sin tí.